abril 23, 2008

Máscaras

Hace unos días un amigo me decía: "Utilizo tantas máscaras para agradar a la gente todo el tiempo, que tengo miedo de que cuando finalmente cobre el valor de decidir quitármelas, nadie reconozca ni aprecie a la persona que se encuentra debajo".

En su momento, no dije nada demasiado inteligente. Sólo intenté confortarlo. Le hablé acerca de la obra de Dios en su vida, y del producto de la misma. Le aseguré que si se dejaba transformar por Jesús, entonces su vida se llenaría de humildad, sinceridad, honestidad... y nadie dejaría de querer tener cerca a una persona que tuviese esas características.

Todas esas cosas no es que crea que no sean ciertas, o que no importen. Sin embargo, mi respuesta fue inútil para quien la oyó. Le hablé de una realidad trascendente, que está buenísima, pero no cambia nada en su vida hoy. Y, lo que es peor, ni siquiera me di cuenta del origen del problema.

El temor de sacarse las máscaras no está fundamentado en que quizás los demás no lo quieran, sino en que él mismo teme encontrarse con algo que no le guste. Él teme no quererse a sí mismo sin la construcción que elevó a su alrededor.

¿Qué es lo que nos impulsa a ocultar a los demás (y a nosotros mismos) nuestro yo, y a mostrar otra cosa, una versión supuestamente mejorada? Digo... prefiero la Venus de Milo como está hoy, a una versión nueva que intente tapar los errores, los pedazos faltantes productos del tiempo y las circunstancias. Entonces, ¿por qué no hacemos lo mismo con las personas? ¿Por qué preferimos la máscara perfecta e irreal a la persona imperfecta pero real y, por tanto, hermosa? ¡La construcción intelectual jamás será superior a la experiencia sensible! ¿O acaso no es mejor conocer la nieve o la aurora boreal que el relato que alguien pueda hacer acerca de cómo se percibe?

Un no muy recomendable libro que leí hace varios años ya dice: "La mayoría de la gente está atrapada en su armadura (...) Ponemos barreras para protegernos de quiénes somos. Luego un día quedamos atrapados tras las barreras y ya no podemos salir" (Robert Fisher, El caballero de la armadura oxidada). Más allá de que la obra en sí no sea muy buena, esa frase me parece rescatable.

Tardamos tanto tiempo y empeñamos tanto esfuerzo en construir nuestras máscaras que ya nos parecen más valiosas que nosotros mismos. De a poco, aprendimos a apreciar más la cáscara que el fruto dulce que se encuentra dentro. Miramos a los demás, y preferimos sus máscaras de felicidad falsa a sus lágrimas de angustia contenida. La sociedad se encarga de vendernos fast-smiles y nosotros las compramos obcecadamente, en vez de preferir una buena sonrisa sentida. ¿Cómo puede ser que lo artificial nos atraiga más que lo natural? Nos fijamos en nosotros mismos y hasta lleguemos a creer que el disfraz es mejor que el ente que oculta. ¿Qué nos pasa?

Quitemos ya el velo de una vez. Miremos a los demás a los ojos, a través de sus máscaras, directo al corazón. Saquemos nuestras caretas de en medio y mostremos nuestra alma como es, ya sea que se encuentre brillante como la mañana, o un poco golpeada por el camino recorrido. Al fin y al cabo, ¿no es infinitamente mejor ser que parecer?


"Cuando la necesidad nos arranca palabras sinceras, cae la máscara y aparece el hombre" (Lucrecio).

1 comentario:

Alejandro Urga dijo...

Yo he transitado ese camino en ambos sentidos, el de construir una mascara impecable, perfecta, funcional, y el de dejarla de lado para poder ser YO (con todo lo que eso significa).
Yo vivi por muchos años intentando no sufrir, corriendo lejos del dolor.. y esta mascara, es te personaje de mi mismo era una version especial de mi, una version "mejorada" donde en teoria el dolor pegaria en la mascara y no pasara al corazon, y donde las alegrias y la aceptacion seria una linda caricia al corazon.... pero...
era todo lo contrario, nadie que tiene una mascara vive sin pensar en ella... entonces el dolor de sentirme no ser yo me comia la vida, y la felicidad por los logros o la aceptacion no me conformaban porque siempre sabia que en verdad todo eso era por la mascara y no por mi...
...triste, muy triste...
Con el tiempo me cansé, queria disfrutar, queria equivoacarme, queria relajarme, queria disfrutar...
Y ahi entré en un proceso de sacarla, fue dificil, doloroso, daba miedo... pero sabia que el Dia que lo pudiera lograr iba a ser un mejor ale que el que era en "apariencia".
Hoy vivo libre de eso, siento que a veces las mascaras empiezan como simples mentiras que uno se cree y que despues se hacen vitales cuando uno no tiene muy en claro quien es en verdad.
A veces las mascaras no tienen que ver con otras cosas que el afan de ser alguien que uno no es...
pero el lado malo de eso es que uno para lograr eso uno debe dejar de ser uno y despreciar lo vital de ser diferente...
Si estas viviendo con mascaras, animate a vivir en un mundo de "diferentes" en un mundo donde el dolor y el ser aceptado no pasa por caer parado siempre como un gato, sino en ser vos mismo...
Es dificil que alguien te ame realmente si vos no te amas realmente...
Bueno, la hice muy larga...